Guías perdidas. Luis Villamizar

 

Por Costanza De Rogatis

El proceso artístico de Luis Villamizar parece estar signado por intuiciones visuales: ideas/imágenes que se presentan ante el artista a raíz de lecturas y preocupaciones en torno al mundo contemporáneo, que luego son materializadas –representadas físicamente en el afuera– en el espacio público y el natural, a modo de intervenciones del paisaje registradas a través de medios como la fotografía 35 mm, las diapositivas color, el film Súper 8, entre otros.

Podríamos decir que Guías perdidas surge como respuesta a dos imágenes: una, suscitada por una leyenda; la otra, generada por la propia experiencia de Villamizar como asistente en el taller de Carlos Cruz-Diez. La leyenda: los libros sobrevivientes de la incendiada Biblioteca de Alejandría, siendo salvados de la catástrofe al ser enviados a través del desierto sobre camellos numerados. La experiencia: una guía telefónica cuyas hojas son movidas por la acción del viento, aparición que le hace pensar al artista en una vía alterna para abordar el movimiento sin recurrir a la propuesta cinética.

Ambas imágenes referenciales convergen en la intervención realizada por Villamizar en los Médanos de Coro, Estado Falcón, en el año 1976; el paisaje desértico de las dunas –paisaje abstracto de la naturaleza, telón moviente– sirve de espacio receptor de las guías telefónicas recopiladas por el artista y dispuestas, una tras otra en fila, alternadamente. En esta puesta en escena, se generan y perciben dos tipos de movimientos: el óptico, suscitado por los libros al ser seguidos por la vista en su repetición secuencial, que insinúa la ilusión de desplazamiento; y por otra parte, el movimiento físico del desplazamiento real de las páginas, empujadas por la brisa.

El desierto, los médanos, son también movimiento, topografía cambiante que aparece y desaparece. Como desaparecieron los pergaminos de los sabios de Alejandría, y como desaparecieron también, simbólicamente, las personas cuyos nombres y dígitos fueron inscritos en ese objeto –ahora también anacrónico y en desaparición– que es la guía telefónica. Ciudadanos de una urbe, anónimos, silenciados por la recontextualización y relocalización de la guía y de su utilidad primordial: servir de vínculo a aquellos que deseaban encontrar y ser encontrados, dejando como rastro un número telefónico.

La presencia de la metáfora como recurso, presente en la alusión a esta memoria perdida en el desierto, puede también verificarse en la articulación del propio registro de la intervención de Guías…, lo que en cierto sentido lo diferencia de la mayor parte de las obras conceptuales de la época que hacían uso del medio fotográfico como documento objetivo, despojado de adornos estetizantes. Contrariamente, la composición y el dramatismo de las imágenes que constituyen la serie Guías perdidas nos hace pensar en su carácter de escenificación, desarrollado quizás a través de la estrategia de la fotofija, metodología de trabajo empleada también por Villamizar, y que busca captar los momentos más singulares de una filmación. Así, estas imágenes se presentan como la promesa de un fluir, de un “Continuará…” en la narración cinematográfica de la desaparición progresiva de unas páginas en un desierto, un desenlace detenido brevemente por una fotografía.

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Luis Villamizar. Guías perdidas, 1976. Médanos de Coro, Estado Falcón. Plata en gelatina. 20 x 25 cm
Luis Villamizar. Guías perdidas, 1976. Médanos de Coro, Estado Falcón. Plata en gelatina. 20 x 25 cm
Luis Villamizar. Guías perdidas, 1976. Médanos de Coro, Estado Falcón. Plata en gelatina. 20 x 25 cm
Luis Villamizar. Guías perdidas, 1976. Médanos de Coro, Estado Falcón. Plata en gelatina. 20 x 25 cm
Luis Villamizar. Guías perdidas, 1976. Médanos de Coro, Estado Falcón. Plata en gelatina. 20 x 25 cm
Luis Villamizar. Guías perdidas, 1976. Médanos de Coro, Estado Falcón. Plata en gelatina. 20 x 25 cm